Entre la legión de admiradores —y la de haters, odiadores— que han recibido la repentina aparición en la vida pública de Luigi Mangione, acusado del asesinato del consejero delegado de UnitedHealthcare, Brian Thompson, no son pocos los que se preguntan cómo alguien con el cociente intelectual del detenido, el alumno más brillante de su instituto de Baltimore, a quien correspondió el honor de leer el discurso de la graduación en 2016, cometió el error de huir con todo el material con el que presuntamente perpetró el crimen. Pero otro desliz peor fue el tonteo que mantuvo con la empleada del hostal de Nueva York en el que pernoctó varios días antes del crimen: entre sonrisas seductoras, Mangione, de 26 años, se bajó la mascarilla que cubría su rostro ofreciendo un blanco perfecto a las cámaras de videovigilancia. La foto fija que llevó hasta él cuando muchos, tras haber huido de Nueva York sin dejar rastro, hablaban ya de un crimen perfecto.
